El nuevo Programa Nacional de Control de la Contaminación Atmosférica: Las medidas en energía
El 99% de la población mundial respira aire contaminado. O, lo que es lo mismo, únicamente una de cada cien personas en el mundo respira un aire que no es nocivo para la salud, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.
La rotundidad del dato habla por sí sola. La contaminación atmosférica, es decir, la presencia de materias, sustancias o formas de energía que impliquen molestia grave, riesgo o daño para las personas o el medio ambiente afecta a prácticamente toda la humanidad. La protección de la atmósfera exige de las instituciones públicas la implementación de medidas adecuadas y suficientes para descarbonizar la economía y mejorar la calidad del aire.
En 2016, la Unión Europea aprobó la Directiva (UE) 2016/2284 del Parlamento Europeo y del Consejo de 14 de diciembre de 2016 relativa a la reducción de las emisiones nacionales de determinados contaminantes atmosféricos. Esta Directiva, que deroga una anterior de 2001, establece los compromisos de reducción de emisiones de dióxido de azufre (SO2), óxidos de nitrógeno (NOX), compuestos orgánicos volátiles no metánicos (COVNM), amoniaco (NH3) y partículas finas (PM2,5), que deben alcanzarse para el año 2030. El año que se utiliza como referencia para la reducción de las emisiones es el 2005.
España se ha comprometido a reducir sus emisiones para el año 2030 según los siguientes porcentajes: SO2 en un 88%, NOX en un 62%, COVNM en un 39%, NH3 en un 16%, y PM2,5 en un 50%.
De acuerdo con la Directiva 2016/2284, cada Estado miembro debe elaborar y aplicar un programa nacional de control de la contaminación atmosférica con el fin de cumplir sus compromisos de reducción de emisiones, que será objeto de actualización cada cuatro años.
En España, el Consejo de ministros aprobó en 2019 el Programa Nacional de Control de la Contaminación Atmosférica (PNCCA), por el que se definieron objetivos y acciones estratégicas a partir de 2020. El pasado 9 de enero de 2024, se aprobó su actualización para el periodo 2023-2030 (BOE núm. 28, de 1 de febrero).
La actualización del PNCCA propone desplegar hasta 2030 un total de 57 medidas agrupadas en ocho bloques sectoriales: energía, transporte, industria, eficiencia energética, residuos, agricultura, ordenación forestal y ganadería. Además, la actualización del PNCCA incorpora otras cuatro “medidas-objetivo” no asociadas a una temática sectorial en concreto.
Medidas previstas en materia de energía
Entre las medidas previstas en materia de energía cabe destacar las siguientes:
1. Desarrollo de nuevas instalaciones de generación eléctrica con energías renovables (medida E.1.1).
Durante el periodo 2021-2030 se prevé la instalación de una capacidad adicional de generación eléctrica con renovables de 104 GW. Para contribuir a alcanzar este hito, se contempla la convocatoria de subastas enfocadas a las tecnologías maduras tecnológicamente (capaces de conseguir contribuciones energéticas elevadas a la vez que reducen el coste del suministro), el fomento de la participación local en proyectos de generación renovable y la implementación de programas específicos para los territorios extrapeninsulares.
2. Fomento del autoconsumo con energías renovables (medidas E.1.3 y E.1.12).
El autoconsumo eléctrico mediante energías renovables constituye el paradigma de la participación ciudadana en la transición energética. En línea con lo dispuesto en la “Hoja de Ruta del Autoconsumo”, la actualización del PNCCA prevé facilitar la penetración del autoconsumo en la sociedad a través de la adaptación del marco normativo, la aprobación de instrumentos de financiación blanda y de subvenciones directas o el impulso de las comunidades energéticas.
3. Promoción de gases renovables: biogás, biometano e hidrógeno verde (medidas E.1.4 y E.1.13).
El PNCCA aprobado en 2019 se centraba principalmente en el biogás y en su versión refinada, el biometano. En los últimos tiempos, el hidrógeno verde (al que ya dedicamos un artículo en febrero de 2023) ha reclamado su cuota de protagonismo; y, si bien la fuerza competitiva de este vector energético es a día de hoy una incógnita, su irrupción no puede ser desdeñada. Por eso, la actualización del PNCCA ratifica los objetivos de la “Hoja de Ruta del Hidrógeno” y confirma que el desarrollo de esta tecnología gozará de ayudas en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
4. Aprovechamiento y valorización de la biomasa (medida E.1.7).
La actualización del PNCCA propone medidas para la promoción de la biomasa con criterios de sostenibilidad, tales como el desarrollo normativo en toda su cadena de valor, la adaptación de las obligaciones ligadas a la calidad del aire para las instalaciones productoras o el fomento del principio de proximidad de origen en su aprovechamiento, además de ayudas económicas.
5. Desarrollo de nueva capacidad de almacenamiento hidroeléctrico (medida E.1.14).
En relación con esta última medida, la actualización del PNCCA contempla la simplificación de la tramitación administrativa para nuevas centrales hidroeléctricas reversibles que utilicen embalses existentes, si bien no concreta cómo se pretenden reducir las barreras normativas. Esta medida debe necesariamente ponerse en relación con la reciente reforma del texto refundido de la Ley de Aguas, que añadió el almacenamiento hidráulico de energía como nuevo uso del agua con prioridad sobre el resto de usos industriales.
De acuerdo con la previsión de la actualización del PNCCA, para 2030 se alcanzarán todos los compromisos adquiridos por España en virtud de la Directiva 2016/2284 excepto uno: el relativo a los COVNM. La reducción prevista de este contaminante se situará a un punto porcentual respecto del compromiso adquirido (38% frente al 39%). Un 1% puede parecer un dato insignificante, pero no lo es: recuérdese que solo el 1% de la población respira un aire que pueda calificarse de sano.
Dice el refrán que, “quien oficio tiene, su casa mantiene”. Pues bien, cuando se trata de preservar el medio ambiente y la salud, esto es, cuando se trata de mantener la casa común de la humanidad, ningún esfuerzo es baldío.
Pulsa aquí para leer el artículo en la revista de energía El Economista (págs 26-27).